Esta exposición está concebida como un recorrido por muy diversas obras de la arquitectura prestigiada por la historia, sobre las cuales proyecta una particular experiencia visual extraída desde la fotografía. En ella Bérchez propone un diálogo múltiple con la historia de la arquitectura, descubriéndonos una nueva mirada sobre lo ya conocido. Jaime Siles ha escrito a propósito de su fotografía: “Ese nuevo modo de mirar nos hacía ver también otra cosa, al obligarnos a descubrir no aquello que, por inercia de nuestro ojo, nos parecía, sino lo que, por la capacidad visual del suyo, ahora estábamos en condiciones de captar y que se traducía de pronto en otra cosa: en esa otra cosa en que, por efecto del arte, se transforma la realidad, es decir, en sí misma”.
Historiador de la arquitectura y a la vez fotógrafo, Bérchez “añade un carácter sensible y en ocasiones casi humano a la obra retratada, convirtiendo la imagen en una obra artística en sí misma, dotada de valores autónomos, heredados, si bien no copiados, del objeto fotografiado”. Antonio Bonet Correa en una misma dirección ha escrito: “Son verdaderos documentos de la materialidad y del alma de los edificios. Es entonces y en este sentido cuando nos percatamos de que sólo un historiador del arte o alguien que conoce a fondo la vida y muerte de un monumento puede hacer tales fotografías”.