Pretender un habitar
armonioso puede
desvelar la nostalgia
del paraíso perdido
o el intento de construcción
de un futuro
mejor, sobre todo
cuando contemplamos
la destrucción
del paisaje conocido.
Esta denuncia
puede cobrar diferentes
formas; pensemos,
por ejemplo,
en Baltazar Torres o
en Eva Lootz, quienes
han elaborado
obras encaminadas
a concienciar y activar
procesos que
eviten la catástrofe
de un entorno en
peligro.
En un mundo de naturalezas olvidadas y de falsos progresos,
Eduardo Cortils recoge preocupaciones ecológicas, volviendo a
una práctica archivística que cultivó en los años ochenta y que
completa con ese tono poético común en sus piezas, que juegan
a apropiarse y recrear una realidad que puede desaparecer,
como denuncia la Lista roja de especies amenazadas de la
Unión Mundial para la Naturaleza (UICN), preocupada por la
biodiversidad, ya que más de 12.000 especies pueden extinguirse
en breve.
Por tanto, esta obra es una invitación a pensar nuestro futuro y
nuestro entorno, lo que hace inevitable la reflexión sobre el tiempo,
porque se vive in tempore, esforzándose la cultura por superar
esta in-temperie en la visión de un paraíso que evite la catástrofe,
para que en este intento alguna conciencia despierte y no
olvidemos la belleza de un mundo de matices que debemos
seguir conservando.
(Fragmentos de texto) Pedro Medina |