“Escuchar” y “Macrófono” 2010 © CHIU LONGINA |
Si hay algo que caracteriza al fenómeno sonoro en relación a
otros inputs de nuestro cuerpo, como el visual, es su esencia
puramente sensorial y desligada de la razón: la experiencia acústica
nos “toca” primero y la pensamos después, rehuye la razón
situándose en los dominios del puro placer físico. No ocurre así
con la vista, que es gestionada por el mismo hemisferio cerebral
que procesa los aspectos lógicos de la experiencia humana, esto
es, el hemisferio que antepone la razón a la pura experiencia física.
Este aspecto particular del oído sumado a algunos momentos
históricos relevantes como la invención de la imprenta (promotora
del ojo) o el triunfo de la razón sobre la experiencia en la sociedad
occidental (del hemisferio izquierdo sobre el derecho), han
construido una clara jerarquía de sentidos, una hegemonía del ojo
sobre la oreja. Pero curiosamente es el oído el primer sentido que
se desarrolla en la especie humana (a las 18 semanas de gestación),
y es a través de él que establecemos nuestra primera relación
con el mundo. Estos aspectos esenciales sumados a la
ausencia de párpados en los oídos, es decir, a la imposibilidad de
dejar de escuchar de forma mecánica, (como si podemos dejar de
ver), o incluso los recientes hallazgos de la neurofisiología que ha
descubierto que las últimas células que se desconectan cuando
expiramos son las del nervio auditivo, insinúan que es el oído el
sentido vital por excelencia, el sentido primordial: nacemos escuchando,
vivimos escuchando y morimos escuchando.
Pero… ¿Por qué siendo la oreja un órgano tan importante en
nuestra vida ha sido siempre relegada a un segundo plano?, ¿Por
qué existe esa hegemonía tan marcada entre el ojo y la oreja?
Nuestro propósito es vislumbrar algunos aspectos ocultos del
sonido que ayuden a explicar este agravio.
Ch. L.
Centro Cultural Las Claras. Murcia.
Miércoles 2 de febrero. 20,15 h.
Entrada libre hasta completar el aforo