Es cierto que todo
concurso presenta
unas bases, unos
criterios y unas
reglas que cumplir,
ya que existe
un jurado que
juzga y elige la
obra de forma
subjetiva. No obstante,
en el fotomaratón
las pautas
se convierten
en cánones no
taxativos, puesto
que el valor se
encuentra en la
interpretación del
individuo, en lo destacado de su mirada. Todos parten en igualdad
de condiciones técnicas; sólo la idiosincrasia del ejecutor marcará la
diferencia de los conceptos en la representación (es significativo que
este evento se decante por la esencia más básica de la creatividad
al recurrir a la maquina de plástico de un solo uso -lo más próximo
al aficionado casual-, con lo que se aboga por una imagen directa,
sin alteraciones, sólo sometida a la creatividad de lo particular). Y
este principio ha sido y es una de las bases que ha mantenido como
fuente primaria este certamen desde su creación: el fomento de lo
personal, el fomento de lo particular dentro de la colectividad.
En este contexto, y a lo largo de sus ediciones, se invita al participante
a observar su alrededor, a analizar reflexivamente (o no) y a
atrapar el lugar en el que vive, por el que deambula o que visita, e
interpretar sus formas. Gracias a ello se construye un importante
documento de nosotros, de la ciudad en la que nos desarrollamos,
y se cumple el objetivo de vernos a través de más de cien miradas.
Así pues, a lo largo de cinco convocatorias se ha construido un fondo
documental de importancia social, ya que es una testificación acompañada
y plural.Y es que el documental, como tendencia, adquiere
una de sus razones más expresivas cuando es lenguaje de un colectivo,
puesto que un grupo -en un ejercicio social- con unas intenciones
similares es capaz de ver más allá de lo individual y de explorar
el sentimiento de lo cotidiano.
(Fragmento de texto del prólogo del libro) Fernando Vázquez Casillas
Centro Cultural Las Claras. Murcia
Jueves 18 de enero. 20 h.
Entrada libre hasta completar el aforo

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