La situación actual de nuestras ciudades en Europa es la historia
de una traición. Tradicionalmente la relación del hombre y la
ciudad ha podido ser definida a través del concepto de integración.
Las necesidades humanas de habitación, ocio, estudio,
trabajo, ... se desarrollaban armónicamente en el marco de la
ciudad. Respondiendo al modelo de urbanismo norteamericano,
esas necesidades modernas han tenido su respuesta en
Europa procediendo a una compartimentación del espacio que
ha provocado la definición de las nuevas transformaciones
urbanísticas en atención al uso que se hará de ellas. Nacen así
urbanizaciones residenciales en las afueras, centros de ocio,
zonas comerciales, campus universitarios, edificios de oficinas
y polígonos industriales, ...
Nuestras ciudades son antigua naturaleza de la que sólo quedará
un mero recuerdo en los parques y jardines diseñados por
la mano del hombre. La próxima generación, armada con una
bolsa de basura y desprovista de su condición social, supone
un centro de atracción para la reflexión. ¿Será capaz de intervenir
en el espacio como prolongación de lo social para verter
en él los residuos de sus necesidades o, muy al contrario, decidirá
ponerse manos a la obra en su reciclaje?
(Fragmento de texto) J.P.G. |